Ana Bolena. Nació en 1501 en Norfolk o Kent. Era hija de sir Tomás Bolena, posteriormente 1er Conde de Wiltshire y 1er Conde de Ormonde, y de Lady Isabel Bolena, nacida Isabel Howard, hija del 2do Duque de Norfolk. En su vida adulta, Ana no mantuvo una relación estrecha con su padre, aunque sí durante la infancia. Al momento de su nacimiento, la familia Bolena estaba considerada una de las más respetables de la aristocracia inglesa, aunque ostentaban un título desde hacía sólo cuatro generaciones. El padre de Ana era un diplomático respetado por su talento para los idiomas; era ya favorito de Enrique VII, que le envió a muchas misiones diplomáticas en el extranjero. Continuó con su carrera bajo el reinado de Enrique VIII, que subió al trono en 1509. Ana, a la edad de 12 años fue enviada a la Corte de Margarita de los Países Bajos. Causó una buena impresión en dicho lugar, viviendo allí desde la primavera de 1513 hasta que su padre ordenó que siguiera su educación en París el invierno de 1514. En Francia, Ana fue dama de honor de la Reina Claudia de Francia y también actuaba de intérprete siempre que hubiera algún importante invitado inglés en la corte. En la casa de la Reina completó sus estudios de francés y adquirió un conocimiento detallado de la cultura francesa y el protocolo. También se interesó por la moda y por la ética que reclamaba la reforma de la Iglesia. Su educación europea terminó en el invierno de 1521, cuando regresó a Inglaterra siguiendo las órdenes de su padre. Partió de Calais, que entonces todavía era una posesión inglesa, en enero de 1522. Ana Bolena no era convencionalmente hermosa para su tiempo. Era delgada y su piel se consideraba demasiado oscura. Sin embargo, muchos quedaron impresionados por sus ojos oscuros y su larga melena oscura que llevaba suelta. La gente parecía atraída principalmente por el carisma de Ana. Causaba buena impresión con su gusto por la moda e inspiró muchas tendencias entre las damas de la corte. Era valiente y emotiva. Sin embargo, según sus enemigos, Ana también podía ser extravagante, neurótica, rencorosa y malhumorada. Cuando Ana Bolena llegó a la corte, la primera esposa de Enrique, Catalina de Aragón, era popular a pesar de no participar en política ni en la vida de la corte durante algún tiempo. Todos los hijos que tuvo con Enrique habían muerto jóvenes y el Rey estaba preocupado por tener un varón heredero de su trono a fin de conservar la monarquía y evitar la guerra civil. Cuando Ana volvió de Francia, su padre le consiguió un puesto en casa de la Reina como dama de compañía de la Reina Catalina. En el séquito de la Reina no solo estaban las hermanas Bolena, también Jane Parker, que se casaría con George Bolena, y Jane Seymour, que se casaría con Enrique VIII en 1536 tras la decapitación de Ana. En aquella época la cortejaba Henry Percy, hijo del Conde de Northumberland, alrededor de 1522. La naturaleza exacta de la relación entre ambos es confusa. El idilio se rompió en 1523, cuando el padre de Lord Henry se negó a apoyar el compromiso. Una teoría es que el enlace lo rompió en secreto el Cardenal Thomas Wolsey, ministro principal de Enrique, porque el Rey quería a Ana para sí mismo. En 1525, Enrique VIII se enamoró de ella y comenzó a perseguirla. Ana se resistió a sus intentos de seducción y se negó a convertirse en su amante. Al final él le propuso matrimonio y ella aceptó. Sin embargo, decidió no acostarse con él antes de casarse, puesto que la relación prematrimonial significaba que si tenían un hijo, éste sería ilegítimo. Enrique y sus ministros solicitaron una anulación a la Santa Sede en 1527. El 22 de junio de ese mismo año, Enrique anunció a Catalina sus deseos de anular su matrimonio puesto que nunca habían estado realmente casados.
Al principio, ella se mantuvo alejada de la política. Se deleitó en su estilo de vida recién descubierto, acumuló una importante cantidad de vestidos, tocados, pieles y joyas. Le asignaron sus propios sirvientes, varias damas de honor y nuevas dependencias en palacio. Pese a todo, ella seguía siendo una de las damas de Catalina de Aragón, y su comportamiento ante la Reina era circunspecto y prudente. En 1529, parecía que el Papa Clemente VII no fuera a conceder a Enrique la anulación que le había solicitado en 1527. En parte, el problema era que el Emperador Carlos V, sobrino de Catalina de Aragón, había hecho prisionero a Clemente. Por eso Enrique vio que era poco probable que Clemente le concediera la anulación a la tía del Emperador. En 1531, la Reina Catalina fue desterrada de la corte y sus antiguos aposentos entregados a Ana. Con Wolsey muerto, Ana Bolena se convirtió en la persona más poderosa de la corte. Tenía un considerable poder para nombrar a los miembros del gobierno y en asuntos políticos. Su exasperación por la negativa del Vaticano de convertirla en Reina la orientó hacia una nueva alternativa. Sugirió que Enrique debía seguir el consejo de los radicales religiosos, negando la Autoridad Papal y determinando que el Monarca era quien debía conducir la Iglesia. Enrique le otorgó a Ana el marquesado de Pembroke, convirtiéndola en la primera plebeya inglesa en convertirse en noble por derecho propio en lugar de por herencia. Ana quedó embarazada en unos meses y posteriormente hubo una ceremonia matrimonial, en Londres el 25 de enero de 1533. Thomas Cranmer, Arzobispo de Canterbury, el 28 de mayo de 1533, declaró que el matrimonio de Enrique y Ana era auténtico y válido. Siete años después de que su relación con Enrique había comenzado, Ana era por fin legalmente su esposa y Reina de Inglaterra. Catalina fue formalmente despojada de su título como Reina a tiempo para la coronación de Ana, que ocurrió el 01 de junio de 1533. Desafiando al Papa, Cranmer declaró que la Iglesia de Inglaterra estaba bajo el control de Enrique, no de Roma. Esta fue la famosa «Ruptura con Roma», que señaló el final de la historia de Inglaterra como un país católico. La hija de Enrique y Ana nació prematuramente el 07 de septiembre de 1533, en el palacio favorito del Rey, el palacio de Placentia. Bautizaron a su hija con el nombre de Isabel, en honor a la madre de Enrique, Isabel de York. Ana tenía una plantilla de sirvientes mayor que la de Catalina. Su reputación como reformista religiosa se extendió por Europa, y fue aclamada como una heroína por figuras protestantes. Era también una generosa patrocinadora de la caridad, distribuyendo limosnas para ayudar a los pobres y fondos a fundaciones educativas. Considerando las condiciones de su matrimonio y el deseo desesperado de Enrique de un hijo, la secuencia de los embarazos de Ana ha atraído mucho interés. Hay estimaciones de que ella tuviera no menos de tres embarazos, todos ellos terminados en abortos espontáneos producidos en un estado de gestación tan temprano que nunca eran extensamente conocidos y el sexo de los niños no podía ser determinado. En enero de 1536, Catalina de Aragón murió de cáncer. Tras la muerte de Catalina, Ana intentó mejorar sus relaciones con la hija de Catalina, María, pero fue rechazada de nuevo. Cuando Ana se repuso de un aborto, Enrique declaró que su matrimonio había sido maldecido por Dios. Juana Seymour fue trasladada a nuevas dependencias y el hermano de Ana no fue aceptado en una prestigiosa orden de caballería, la Orden de la Liga, que en cambio le fue otorgado al hermano de Juana Seymour. En varias ocasiones a lo largo de estos meses, Ana expresó su temor ante la posibilidad de un próximo divorcio. Se abrió una investigación y se determinó que el propio hermano de la Reina Ana, había cometido incesto y traición, acusado de mantener relaciones sexuales con su hermana durante los últimos doce meses. El 02 de mayo de 1536, Ana fue detenida durante el almuerzo y llevada a la Torre de Londres. Ella fue acusada de adulterio, incesto y alta traición. La sospecha popular contra Enrique y su amante, Juana Seymour, los cuales fueron vistos de banquete en el Támesis, era generalizada. Varios panfletos circularon por Londres burlándose de los procesos y apoyando a la Reina. Fue ejecutada por decapitación el 19 de mayo de 1536 en Londres, Inglaterra. El gobierno no aprobó proporcionar un ataúd apropiado para Ana. Así, su cuerpo y cabeza fueron depositados en un arca alargada y sepultados en una tumba sin marcar en la capilla de St Peter ad Vincula. Su hija, la Reina Isabel I a su llegada al trono, nunca se preocupó de rehabilitar su memoria y buscar un lugar más digno para descansar sus restos. Su cuerpo fue identificado en unas reformas de la capilla bajo el reinado de la Reina Victoria I y de esta manera el lugar de descanso de los restos mortales de Ana está marcado ahora en el suelo de mármol.
domingo, 29 de abril de 2012
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