Leonora Cristina de Schleswig-Holsten. Nació el 08 de julio de 1621 en el castillo de Fredericksborg, Dinamarca. Hija del Rey Cristian IV de Dinamarca y de Kirsten Munk. Se crió con sus padres en el palacio real de Copenhague palacio. Su padre acusó a su esposa de haberlo traicionado con otro hombre y se divorció de ella en 1630. Sin embargo, al parecer Leonora conservó el favor de su padre. El futuro matrimonio de Leonora formó parte de la estrategia de Cristian IV para consolidar el poder de su dinastía. Pero el matrimonio morganático de sus padres, impedía buenos matrimonios con Príncipes extranjeros, por lo que ella y sus hermanas fueron casadas con poderosos nobles daneses. Seis matrimonios fueron arreglados. Así, en 1636, con quince años de edad, Leonora se casó Corfitz Ulfeldt, hijo del fallecido Canciller Jacob Ulfeldt. De dicho matrimonio nacieron diez hijos: Cristian; Ana Catalina, esposa del noble flamenco Virgilio de Cassette; Jakob; Ellen; Ludwig; Corfitz; Leo Belgicus; Leonora Sofía, casada con el noble Lave Beck; Otto; y Leo, mariscal de campo austriaco, casado con Ana Maria Rudolfsdatter Zinzendorf. Aunque el matrimonio no aseguró la lealtad de Ulfeldt a la Corona, la joven Condesa se mantuvo leal a su marido incluso después de su muerte. Durante la mayor parte de la década de 1640 el poder de su marido creció y fue, de muchas maneras, la primera dama de la corte danesa, ya que no había Reina en la Corte. Su matrimonio con Ulfeldt parece haber sido feliz, al menos en comparación con los matrimonios de sus hermanas. Tras el ascenso al trono en 1648 de su medio hermano, la posición de la pareja se vio amenazada por la dominación que su marido ejercía en el Rey Federico III, y porque la nueva Reina ocupó la posición que anteriormente ejercía Leonora. La pareja cayó en desgracia en 1651, por lo que se trasladaron a Amsterdam y Estocolmo. Se convirtieron en fugitivos, a menudo vagando para evitar ser capturados. Al mismo tiempo participaron en las intrigas de los enemigos de Dinamarca, con la esperanza de regresar a Copenhague y humillar a quienes detentaban el poder allí. En 1659 fueron encarcelados en el castillo Hammershus en la isla de Bornholm hasta 1661. Fue tres veces interrogada por funcionarios de la corte, pero se negó a dar fe de los delitos cometidos por su marido, y a renunciar a sus propiedades a cambio de la libertad. Finalmente ella accedió con la promesa de liberar a su esposo, lo cual no sucedió. Por el contrario fue ejecutado. Durante los siguientes veintidós años, permaneció bajo la custodia del Estado danés, encarcelada sin cargos ni juicio en la infame Torre Azul del castillo de Copenhague. Allí vivía en condiciones humillantes de pobreza, para ser hija de un Rey, y durante años fue privada de casi todas las comodidades. Durante estos años mostró gran estoicismo e ingenio. Su celda era pequeña, sucia, infestada de pulgas, y ratas. Aprendió a armar hojas para escribir de los envoltorios del azúcar que se le entregaba, y hacer tinta capturando el humo e la vela en una cuchara. Estudió a los bichos que eran sus únicos compañeros, registrando sus observaciones. Sólo recibió un trato menos duro y más comodidades, tras la muerte de Federico III a principios de 1670. Con el tiempo el Rey mudó a la prisionera a unas habitaciones más espaciosas de la torre, instalado una estufa para protegerla del frío de los inviernos de Copenhague. Se le permitió tener lápiz y papel. Fue en ese momento en que comenzó a escribir en serio, con la intención de que sus hijos algún día pudieran leer sus palabras. La Reina viuda Sofía Amalia murió en febrero de 1685. En la mañana del 19 de mayo de 1685 Leonora fue informada de que por una real orden quedaba en libertad. La Condesa indigente dejó la Torre Azul para siempre al amparo de la oscuridad y de un velo, negando incluso una visión de su cara a la multitud de curiosos que llenaban el patio. Tenía sesenta y tres años de edad, y había pasado veintiún años, nueve meses y once días en la Torre. Vivió sus últimos años en silencio en los jardines del Monasterio de Maribo, donde ocupó su tiempo editando los cuadernos de la cárcel. Durante su encarcelamiento y sus doce años posteriores, escribió el libro que la hizo famosa: Jammersminde, ahora considerado un clásico de la literatura danesa del siglo XVII, que explora sus años de prisión en una prosa vívida y detallada, relatando sus crisis, los enfrentamientos, las humillaciones, la autodisciplina, la fe religiosa creciente y la serenidad, junto con la descripción fascinante de las dificultades que tuvo que soportar o superar. El destino de Leonora Cristina, y especialmente su libro de memorias, la han convertido en una heroína cultural en los países escandinavos. A través de su hijo el Conde Leo Ulfeldt, un soldado austriaco, sus descendientes forman parte de algunas de las familias nobles alemanas y eslavas más influyentes de Europa, y de casa reales tales como el Rey Simeón II de Bulgaria, el Rey Miguel I de Rumania, el Príncipe Hans Adam II de Liechtenstein; el Emperador Carlos I de Austria-Hungría, el Rey Pedro II de Yugoslavia, el Rey Manuel II de Portugal, el Rey Federico Augusto III de Sajonia, la Princesa María Cristina, El Príncipe Michael de Kent, el Duque Maximiliano de Hohenberg, el Príncipe Johannes de Thurn und Taxis, y los Condes de Clanwilliam. También cabe destacar entre sus descendientes a Isabel, Condesa de París, quien tuvo una vida muy similar a Leonora. Leonora murió el 16 de marzo de 1698, a los 76 años de edad.
domingo, 21 de agosto de 2011
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