Enriqueta María de Borbón. Nació el 25 de noviembre de 1609 en el Palacio del Louvre, París, Francia. Hija menor del Rey Enrique IV de Francia (Enrique III de Navarra) y de su segunda esposa, María de Médicis. La Princesa fue criada como católica. Su padre fue asesinado el 14 de mayo de 1610, en París, antes de que ella cumpliera su primer año de vida. Por su parte, su madre fue desterrada de la corte real en 1617. Luego de que su hermana mayor, María Cristina, se casó con Víctor Amadeo I, Duque de Saboya, en 1619, Enriqueta tomó el tratamiento de Madame Royal, el cual era utilizado por la Princesa real de más alto rango en la corte francesa. La Princesa fue entrenada, junto con sus hermanas, en equitación, baile y canto, y participó en obras de teatro de la corte francesa. A pesar de sus clases de lectura y escritura, no era conocida por sus habilidades académicas. Enriqueta conoció a su futuro esposo en París, en 1623, mientras viajaba a España con el Duque de Buckingham para discutir un posible matrimonio con la Infanta María Ana de España, el cual no llegó a concretarse. Enriqueta María y el Rey Carlos I de Inglaterra se casaron el 13 de junio de 1625 en la iglesia de San Agustín, en Canterbury, Kent. Carlos era hijo del Rey Jacobo I de Inglaterra y de la Princesa Ana de Dinamarca. Tras un difícil período inicial, ella y su esposo formaron una muy estrecha asociación. Enriqueta nunca asimiló completamente la sociedad inglesa, y no hablaba inglés al momento de contraer matrimonio. Esto, combinado con sus creencias católicas, la hicieron ver como diferente y potencialmente peligrosa en la sociedad inglesa, convirtiéndose en una Reina impopular entre el pueblo en general. La nueva Reina trajo a Inglaterra una gran cantidad de caras posesiones, incluido diamantes, perlas, anillos, botones de diamantes, vestidos de satén y terciopelo, capas bordadas, faldas, candelabros, cuadros, libros, ornamentos y juegos de dormitorio. Su religión católica hizo imposible que sea coronada junto a su marido bajo el rito anglicano. La Reina contaba con su propia corte de franceses dentro de la corte inglesa lo cual le costaba muy caro financiar a la corona. En 1628, la relación de la pareja rápidamente comenzó a mejorar y la Reina quedó embarazada, pero perdió su primer niño poco después de su nacimiento en 1629, a raíz de un trabajo de parto muy difícil. De dicho matrimonio nacieron nueve hijos: Carlos Jacobo, Duque de Cornualles; Carlos II, Rey de Inglaterra, casado con la Infanta Catalina de Braganza; María, Princesa Real, casada con Guillermo II, Príncipe de Orange; Jacobo II, Rey de Inglaterra, casado con Ana Hyde y con María de Modena; Isabel, Princesa de Inglaterra; Ana, Princesa de Inglaterra; Catalina, Princesa de Inglaterra; Enrique, Duque de Gloucester; y Enriqueta, Princesa de Inglaterra, casada con Felipe I, Duque de Orleans. Enriqueta María tenía un gran interés en las artes, y su patrocinio a diversas actividades fue una de las diversas formas en que trataba de influir en los acontecimientos de la corte. Durante la década de 1640 los Reinos de Inglaterra, Escocia e Irlanda fueron dominados por una secuencia de conflictos denominada la Guerra Civil inglesa o las guerras de los Tres Reinos. La Reina se volvió muy impopular entre la población, sobre todo por su fe católica. A pesar de ello, en 1632 comenzó la construcción de una nueva capilla católica en Somerset House. Aunque modesta en el exterior, la capilla era mucho más elaborada en el interior y fue inaugurada en una particular gran ceremonia en 1636. El resultado fue una gran alarma entre muchos en la comunidad protestante. El número de conversiones al catolicismo iba en aumento y el Rey fue objeto de cada vez más críticas por su falta de acción para detener el flujo de las conversiones. El resultado fue una creciente intolerancia de los protestantes hacia la Reina, poco a poco convirtiéndose en odio. En 1641, una alianza de parlamentarios había empezado a poner mayor presión sobre el Rey, quien era acosado tras el fracaso de varias guerras. La facción parlamentaria logró la detención y posterior ejecución de los consejeros del Rey. Luego volvieron su atención hacia Enriqueta como una forma de ejercer presión sobre Carlos. Con la reacción anti-realista en todo su apogeo, Enriqueta y Carlos se refugiaron en su residencia de Hampton Court. La situación fue progresivamente avanzando hacia la guerra abierta, y en febrero la Reina se traslado a La Haya, tanto por su propia seguridad como para tratar de calmar las tensiones del pueblo. En agosto de 1642, cuando la Guerra Civil finalmente estalló, Enriqueta estaba en La Haya, recaudando dinero para la causa realista. Aconsejó a su marido, que se hallaba en York, actuar con firmeza y asegurar el estratégico puerto de Hull en la primera oportunidad que tuviera. A principios de 1643, Enriqueta intentó regresar a Inglaterra. El primer intento no fue fácil. Maltratada por las tormentas, su barco estuvo a punto de hundirse y se vio obligada a regresar a puerto. Volvió a embarcar a fines del mes de febrero. Este segundo intento fue exitoso. La Reina se detuvo por un período en York, donde fue agasajada con cierto estilo por el Conde de Newcastle. Ella rechazó mensajes privados de los rebeldes pidiéndole que usara su influencia sobre el Rey para crear un tratado de paz. Mientras tanto, el Parlamento votó a favor de destruir su capilla privada en Somerset House y arrestar a los frailes capuchinos que lo habitaban. La Reina pasó el otoño y el invierno de 1643 en Oxford con Carlos, donde se intentó, lo mejor que pudo, mantener la vida de la corte que habían disfrutado antes de la guerra. A principios de 1644, sin embargo, la situación militar del Rey había comenzado a deteriorarse. La Reina estaba embarazada de la futura Princesa Enriqueta. Enriqueta fue trasladada a un lugar más seguro, por lo que tras la despedida, nunca más vio a su marido. La Reina tuvo otro parto difícil. Apenas se recuperó fue embarcaba en un barco holandés rumbo a Francia el 14 de julio. Su hija fue dejada en Inglaterra para evitar que el difícil viaje pudiera afectarla. A finales del año, la posición de Carlos era cada vez más débil. Con el apoyo del gobierno francés, Enriqueta se instaló en París. Los conflictos finalizaron en 1648 con la derrota de los escoceses y Carlos fue capturado por las fuerzas parlamentarias. El Rey Carlos I de Inglaterra fue ejecutado por el Parlamento en 1649, y su muerte dejó casi en la miseria y en estado de shock a su esposa. Enriqueta pasó a ser la Reina madre del joven Rey Carlos II. En 1654, Carlos II trasladó su corte a Colonia, eliminando la influencia de la Reina madre instalada en St-Germain. Enriqueta cada vez más profundizaba su fe católica, por lo que su hija menor fue criada como católica. Fundó un convento en Chaillot en 1651, y vivió allí durante gran parte de la década de 1650. La Reina madre regresó a Inglaterra tras la Restauración en octubre 1660 junto con su hija, la Princesa Enriqueta. Se instaló una vez más en Somerset House, con la ayuda de una generosa pensión. En 1661, regresó a Francia dispuesta a casar a su hija menor, Enriqueta con el Duque de Orleans, único hermano de Luis XIV. Esto ayudó de manera significativa las relaciones en ingleses y franceses. Luego de la boda de su hija, la Reina regresó a Inglaterra en 1662, acompañada de su hijo Carlos II y su sobrino el Príncipe Ruperto. Tenía la intención de permanecer en Inglaterra el resto de su vida, pero en 1665 siendo gravemente afectada por la bronquitis, a causa del clima húmedo británico, regreso a Francia ese mismo año, residiendo en el Hôtel de la Bazinière, el actual Hotel de Chimay, en París. En agosto de 1669, vio el nacimiento de su nieta Ana María de Orléans, abuela materna del Rey Luis XV de Francia. Poco después, murió en el castillo de Colombes, cerca de París, el 10 de septiembre de 1669, luego de haber tomado una cantidad excesiva de opiáceos como analgésico. Fue sepultada en la necrópolis real de Francia en la basílica de Saint-Denis, su corazón fue colocado en un ataúd de plata y sepultado en el convento de Chaillot.
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