Enrique de Orange-Nassau. Nació el 13 de junio de 1820 en el Palacio Soestdijk, Países Bajos. Hijo del Rey Guillermo II de los Países Bajos y de la Gran Duquesa Anna Pavlovna de Rusia. A partir de 1835, el Príncipe comenzó una larga carrera naval, por lo que fue conocido como “El Navegante”. En su lecho de muerte, fue nombrado Almirante. Su hermano lo nombró gobernador del Gran Ducado de Luxemburgo el 05 de febrero de 1850. Enrique se casó el 19 de mayo de 1853 en Weimar con la Princesa Amalia de Sajonia-Weimar-Eisenach, hija del Príncipe Carlos de Sajonia-Weimar-Eisenach y de la Princesa Ida de Sajonia-Meiningen. De dicho matrimonio no nacieron hijos. Como la Dinastía de los Orange-Nassau entonces pendía de un hilo, decidió, tras la muerte de su esposa, volver a casarse. Su hermano, el Rey tenía tres hijos, el mayor tenía casi cuarenta años y aún no se había casado. El segundo murió a la edad de siete años de meningitis, mientras que el tercero, tenía mala salud. Sólo había un tío, Federico, pero no tenía descendencia masculina. Por lo tanto los hijos varones eran de gran importancia. Por tal motivo el 24 de agosto de 1878 se casó en Potsdam con la Princesa María de Prusia, hija del Príncipe Federico Carlos de Prusia y de la Princesa María Ana de Anhalt-Dessau. De este nuevo matrimonio tampoco nacieron hijos. Su hermano se casó con la Princesa Emma de Waldeck y Pyrmont. La dinastía quedó desvastada cuando los hijos del primer matrimonio de su hermano murieron quedando la Dinastía en manos de la hija fruto de su segundo matrimonio con Emma, Guillermina. El Príncipe Enrique murió en el Castillo de Walferdange, Luxemburgo, el 13 de enero de 1879, a los 58 años de edad. Sus restos fueron sepultados el 25 de enero en la cripta de la familia real en la Iglesia Nueva de Delft. Su viuda quedó desamparada económicamente ya que su matrimonio no contemplaba los bienes del fallecido, por lo tanto la herencia pasó a la familia del Enrique. El padre de María viajó a La Haya para reunirse con el Rey Guillermo III para reclamar la herencia de su hija, pero el Rey se negó a acceder. Los Hohenzollern de Prusia se sintieron heridos en su honor, además Federico Carlos era un hombre de gran prestigio. Sin embargo el conflicto no llegó a mayores debido a que la Princesa volvió a casarse, este vez con el Príncipe Alberto de Sajonia-Altenburg.
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