miércoles, 25 de mayo de 2011

CASA REAL DE RUMANIA. CAMBIO DE APELLIDO DE LA FAMILIA REAL.

Dinastía de Rumania. Bucarest, Rumania, 19 de mayo de 2011. A punto de cumplir los 90 años de edad el próximo mes de octubre el ex Rey Miguel I de Rumania, el hombre bueno y tranquilo, ha decidido cortar de forma definitiva los vínculos dinásticos que históricamente han unido estrechamente a la Casa Real de Rumania con la familia de los Príncipes de Hohenzollern-Sigmaringen, aquella que en 1866 dio a Rumania su primer Monarca en la persona del Rey Carol I de Rumania. Según ha afirmado a la prensa el abogado del ex Rey, el señor Ioan Luca Vlad, por decreto, Miguel I ha dejado clara su voluntad de "rumanizar" su Dinastía prescindiendo para siempre del apellido "Hohenzollern-Sigmaringen", que hasta ahora ha sido el empleado por los miembros de la Familia Real rumana, y de desprenderse para siempre de "los tradicionales vínculos históricos y dinásticos" con la familia Hohenzollern con la que en los últimos años ha mantenido una relación un tanto difícil. Aparentemente los motivos para la toma de tal decisión, es el conflicto generado entre su familia y los Príncipes alemanes, cuando Miguel concedió el título de Príncipe de Hohenzollern-Veringen a su yerno, Radu Duda, y por otro lado, también el temor de que los Hohenzollern pudieran reclamar algún día la jefatura de la casa real rumana, en perjuicio de los descendientes del ex Rey. Así, todos los miembros de su Casa pasan a transformarse en "de Rumania" al tiempo que se ven obligados a prescindir de sus títulos de procedencia alemana. Una decisión sin duda sorprendente pero que no carece de sentido habida cuenta de los problemas que su procedencia alemana generó siempre a la Dinastía rumana, que históricamente pagó un alto precio político por ello durante las dos Guerras Mundiales. De hecho hace ya tiempo que Radu Duda, esposo de la Princesa Margarita, Heredera y primogénita de Miguel I, decidió dejar de utilizar el apellido "Hohenzollern-Sigmaringen" que en 1999 le había autorizado a usar su primo alemán el Príncipe Federico Guillermo de Hohenzollern, pasando desde entonces a denominarse Príncipe Radu de Rumania. Desde la caída del comunismo, la Familia Real rumana ha ido ganando una creciente popularidad en su país donde desde hace años disfruta de los numerosos palacios y propiedades que el Gobierno le reconoció como suyos. La presencia del Rey Miguel I, de su primogénita y de su esposo se siente por todas partes, y todos ellos mantienen una muy activa vida social y representativa tanto en Bucarest como en Timisoara y otras ciudades del país, donde siempre son recibidos con enorme interés por parte de la población local. Padre de cinco hijas, Miguel I también ha resuelto en fechas recientes el problema de la sucesión dinástica, que según las leyes tradicionales a falta de varón, como aquí es el caso, debería hacer recaer los derechos sucesorios en los Príncipes de Hohenzollern-Sigmaringen. Para resolver tan delicada cuestión hace ya algún tiempo que el ex Rey declaró que tras su hija la Princesa Margarita los derechos a la jefatura de la casa real recaerán en su nieto Nicolás Medforth-Mills, primogénito de su hija la Princesa Elena, ahora convertido en Príncipe Nicolás de Rumania y que últimamente le acompaña a numerosos actos oficiales. Tan compleja situación dinástica no es ajena a esta decisión de cortar los lazos con los orígenes alemanes de la Dinastía, si bien este decreto ya ha levantado las críticas de la única piedra que Miguel I tiene en el zapato en su propio país: el autotitulado Príncipe Pablo de Rumania, nieto del Rey Carol II de Rumania que aunque carente de derechos dinásticos, e impelido por su propia ambición, intenta hacerse un lugar en la vida política y social de Rumania a costa del daño que sus pretensiones pueden acarrear a esta Dinastía que aspira a normalizar su situación en un país que pasa por gruesas dificultades. Y es que Pablo Lambrino, alias "Pablo de Rumania", y en realidad Pablo de Hohenzollern, ya ha afirmado que considera este paso como "un gran error". Entre tanto, el día 10 de mayo, Miguel de Rumania celebró oficialmente sus 90 años en una ceremonia de gala en el Palacio Elisabetha de Bucarest con guardias a caballo y representaciones oficiales, en la que ha llamado fuertemente la atención la ausencia de su esposa, la Princesa Ana de Borbón-Parma, Reina consorte de Rumania. Pero la Familia Real rumana ya prepara para octubre los actos de celebración del 90 aniversario del ex Rey a los que con toda probabilidad asista su prima hermana, la Reina Doña Sofía de España, que desde siempre siente un marcadísimo afecto por él.

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