Luis de Borbón. Nació el 02 de octubre de 1667 en el Château de Saint-Germain-en-Laye, Francia. Hijo del Rey Luis XIV de Francia y de la señora Luisa de La Vallière. Luis fue legitimado en 1669, a los 2 años de edad. Se le concedió el título de Conde de Vermandois y el cargo de Almirante de Francia. En 1674, su madre entró en un convento de carmelitas en París, y tomó el nombre Sœur Luisa de la Misericordia. Desde entonces madre e hijo se vieron en muy pocas ocasiones. Tras el ingreso de su madre en el convento, Luis se trasladó al Palais Royal en París con su tío, Felipe de Francia, Duque de Orleans, y su esposa, Isabel Carlota del Palatinado. Si bien su tía era conocida por el odio hacia los bastardos de Luis XIV, era particularmente cariñosa con Luis. Durante su estancia en la corte de su libertino y homosexual tío, conoció al caballero de Lorena, el amante más famoso Felipe de Orleans. Se dice que el joven Conde fue seducido por el caballero y su grupo de amigos, quien desde entonces comenzó a practicar también la homosexualidad. Por tales actos Luis XIV decidió exiliar a su hijo y al caballero de Lorena. Con el fin de encubrir el escándalo, se sugirió que el niño debería casarse lo antes posible posible, sugiriéndose como esposa a Ana Luisa Benedicta de Borbón. Sin embargo, Luis fue exiliado antes de cualquier tratativa de matrimonio. En junio de 1682, el Conde fue desterrado a Normandía. Con el fin de suavizar las cosas entre padre e hijo, su tía, Isabel Carlota del Palatinado, sugirió al Rey convertir a Luis en un soldado de Flandes, territorio por entonces en manos francesas. El Rey estuvo de acuerdo con la sugerencia y su hijo fue enviado a Courtray. En ese lugar Luis enfermó. A pesar de su enfermedad, Luis estaba tan desesperado por recuperar el amor de su padre, que continuó luchando en la batalla sin tener en cuenta la recomendación del médico real, de regresar a Lille para recuperarse. Luis de Borbón, Conde de Vermandois, murió el 18 de noviembre de 1683 en Flandes, Bélgica, a los 16 años de edad. Su cuerpo fue sepultado en la catedral de Arras, Francia. Su hermana y su tía se vieron verdaderamente afligidas por su muerte. Su padre, sin embargo, ni siquiera derramó una lágrima. Su madre, obsesionada con su relación pecaminosa con el Rey, dijo al enterarse de la muerte de su hijo: “Tendría que llorar por su nacimiento, mucho más que por su muerte”.
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