María Amalia de Habsburgo-Lorena. Nació el 26 de febrero de 1746 en Viena, Austria. Octavo hijo de la Emperatriz María Teresa de Austria y de Francisco, Duque de Lorena. Hermana de los Emperadores de Austria José II y Leopoldo II, de María Carolina, Reina de Nápoles y de María Antonieta, Reina de Francia. Criada en la corte vienesa de los Habsburgo, María Amalia fue en su juventud muy popular en la alta sociedad y considerada una joven muy bonita, sin embargo creció a la sombra de sus hermanos más ilustres. Su madre adoraba a su hermano, el futuro Emperador José II, y a sus hijas mayores. María Teresa comparaba permanentemente a María Amalia con sus hermanas mayores, lo que dio lugar a una tensa relación entre madre e hija por el resto de sus vidas. Era talentosa en pintura y música. A los 22 años la Archiduquesa quería casarse con el joven, guapo e inteligente Príncipe Carlos de Zweibrücken, que frecuentaban la corte de Viena, y había pedido su mano en matrimonio. Sin embargo, María Teresa consideró que el novio no estaba a la altura de casarse con una Archiduquesa, sólo era el gobernador del Ducado de Zweibrücken. Por otra parte, se había decidido casar a María Amalia con el Rey de Nápoles o con el Duque de Parma, para fortalecer los lazos con los Borbones y la influencia austríaca en Italia. Contra su voluntad, el 19 de julio de 1769 en el Palacio Ducal de Colorno, la Archiduquesa María Amalia se casó con el Duque Fernando I de Parma, hijo del Duque Felipe I de Parma y de la Princesa Luisa de Francia. De dicho matrimonio nacieron nueve hijos: Princesa Carolina de Parma, Rey Luis I de Etruria, Princesa María Antonieta de Parma, Princesa Carlota María de Parma, Príncipe Felipe de Parma, Princesa Antonieta Luisa de Parma, Princesa María Luisa de Parma, y gemelos nacidos muertos. Una vez en Parma, María Amalia comenzó a interferir en la política del país, inicialmente con el apoyo y la asesoría de su madre, María Teresa. Hay pruebas de que efectivamente Parma fue influenciada por Austria. La Corte de Parma, recibió apoyo financiero y político de Francia y España, los cuales querían controlar el ducado. Sin embargo, la nueva Duquesa quería sustituir la influencia franco-española por la austríaca. Su esposo en ese momento no estaba interesado en la política del Ducado y prefería las diversiones privadas. Habida cuenta de su gusto natural por el poder y el dominio, María Amalia comenzó a inmiscuirse en los asuntos políticos. Dos años después de su llegada a Parma, la Duquesa hizo despedir a Du Tillot, ministro de su marido, y lo reemplazó por un español, José del Llano, recomendado por el Rey Carlos III de España. Vale la pena señalar que, aunque gobernado por un Borbón español, Parma fue un Ducado soberano y Fernando, en este punto, también se rebeló a todo lo que había sido obligado a aceptar. María Amalia despidió a Del Llano en 1772 y lo reemplazó por un ministro elegido por ella misma. Luego de este cambio, Austria, Francia y España rompieron relaciones diplomáticas con Parma. Las relaciones fueron restauradas tras el nacimiento del primogénito de la pareja, Luis, al año siguiente. Sin embargo Francia y España nunca volverían a tener la misma influencia sobre el Ducado durante los restantes años del reinado de Fernando. Amalia quedaría gran parte de su vida separada de su madre, a excepción de una breve reconciliación en 1773, cuando nació su hijo, a pesar de los repetidos esfuerzos de este último en reconciliarlas. La Duquesa resistido los esfuerzos de su madre para controlarlos desde Austria. Cuando su hermana la Archiduquesa María Cristina, visitó Parma en 1775, informó a su madre que Amalia había perdido gran parte de su belleza y glamour. Sin embargo, María Cristina era conocida por su lengua afilada, sus críticas y una inclinación a generar problemas entre sus hermanos. Con el paso de los años Amalia y su marido se llevan mucho mejor. A pesar de los escándalos al principio de su matrimonio y sus excentricidades, en general sus súbditos, la consideraban una mujer de buen corazón y valiente. María Amalia mantuvo un fuerte lazo con sus hermanas, las Reinas María Antonieta de Francia y María Carolina de Nápoles y Sicilia. Tras los asesinados de Luis XVI y María Antonieta, María Amalia formó un profundo odio hacia Francia y los revolucionarios. Cuando Napoleón Bonaparte invadió Italia y su marido murió, María Amalia fue nombrada Jefa del Consejo de Regencia en Parma tras la muerte Fernando (se sospecha que fue envenenado), pero la Regencia duró sólo unos pocos días. El 22 de octubre 1802, los franceses expulsaron a la Regente de Parma, estableciéndose en Praga, en el Castillo de la ciudad, donde murió el 18 de junio de 1804. Ella fue la única hija de María Teresa, que vivió en el Castillo de Praga. Su cuerpo fue sepultado en la cripta real de la Catedral de San Vito en Praga, mientras que su corazón fue trasladado a Viena, Austria, para ser colocado en la cripta de los corazones en Herzgruft.
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